(letra
y música de Jaume Núñez Verdaguer)
Una
vez,
en
un lugar perdido,
lugar
de bosques,
de
montes,
prados
y
ríos,
vivía
en el interior
de
un árbol podrido,
el
niño que corre desnudo
aunque
haga frío.
Trece
años viviendo
entre
lobos y bestias
de
oscuros deseos,
los
pies desgastados,
el
pelo rozando el suelo.
Sus
dientes de perro salvaje
degollan
el cuello
de
otro cordero,
los
ojos, envueltos en fuego,
lanzan
miradas
que
ciegan al cielo,
que
queman las nubes,
que
saltan los grillos,
que
vuelan los cuervos
alrededor
mío.
Y
ríen las moscas,
tan
negras y toscas,
tan
negras y toscas.
Y al
llegar la noche,
se
camufla en el bosque...
Hace
tiempo que me apareció
el
bebé en la cuna
y
cómo lloraba,
allá
donde el sol termina.
Y
era tan diferente
a
todos aquellos
que
surcan el cielo,
él
era el dios que camina.
Sus
padres lo debieron olvidar
un
día maldito,
ni
eran José ni María,
ni
él era Cristo.
Sus
ojos perdidos
en
la oscuridad del bosque encantado,
ojos
brillantes,
muertos
de hambre,
el
hambre del hombre sin sol.
Corre, salta, brinca, no descansa
el
niño salvaje cruza por el bosque
como
si fuera un ciclón.
Cada
vez cazaba en la selva
el
niño salvaje
siempre
está alerta
en
el bosque encantado,
en
el bosque de Dios,
sus
padres lo debieron olvidar
un
día maldito,
ni
eran José ni María,
ni
él era Cristo.
Sus
ojos perdidos
en
la oscuridad del bosque encantado,
ojos
brillantes,
muertos
de hambre,
el
hambre del hombre sin sol.
Y
busca
y
encuentra
y
nunca falla,
un
rinconcito dónde poder soñar.
No
hay luna,
ni
estrellas.
Una
suave fragancia.
Descansa
un poco
y se
mete en un bidón.
Ni
estudia,
ni
nunca llega tarde a nada,
ni
es responsable ni es pendón.
Ni
fuma,
ni
bebe,
y
folla con las cabras,
no
sabe qué es un culebrón.
Y
cuando sueña en la ciudad
se
pasea tan modosito,
con
su traje de algodón.
Y
las niñas,
tan
guapas todas ellas,
enseguida
se da cuenta,
no
le prestan atención.
Y
cuando habla
en
la ciudad en la que sueñan,
nadie,
nunca, nadie
escucha
su canción.
Vuelve
llorando a su casita
y
desea
que
este sueño acabe pronto,
¡pura
trampa de cartón!
Despierta,
se
encuentra
hablando
con las piedras.
Los
lobos,
se
acercan.
Serpientes
rodean
al niño
de la selva,
se
acaba
el
tiempo,
¡de
la inútil reflexión!
¡Siempre
tan solo!
¡Destino,
maldición!
¡Siempre
tan libre!
¡Destino,
maldición!
¡Siempre
tan solo!
¡Destino
maldición!
¡Siempre
tan, tan, tan, tan, tan,
racatán,
tan, tan, tan, tan!
¡Destino,
destino!
¡Destino
maldición!
¡Destino,
destino!
¡Destino
maldición!
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