muso
inspirador de este blog
¿Pero tú a
mi qué me dices,
calaca
insignificante,
menguada,
corta de luces?
Yo, el Señor
de las Rabietas,
he sido muy
superior.
No existen
el bien ni el mal,
la vida no se
termina,
todo es puro
trascender.
¡No he de
bajar a la fosa,
no te voy a
obedecer!
Me pongo meditabundo
y al cielo
voy a subir.
La Parca,
toda tranquila,
escuchaba
muy atenta
la sucinta perorata
del otrora
cantautor.
Un pleito
allá en una iglesia
le acarreó
la gran golpiza
que a la
tumba lo llevó,
después de
ir al hospital.
Las muletas
han quedado
ahí junto a
la guitarra.
Los pobres
sepultureros
no hallaban
cómo poner
al Señor de
las Rabietas,
que en flor
de loto quedó.
Era obligado
enterrarlo
y tras de
muchos pesares,
entró en
forma vertical.
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